Un día como cualquiera, apareciste de la nada, cambiando mis maneras y robando toda mi alma. Un día como cualquier otro, sonreíste inteligente, con una picardía rebelde que se notaba en tus ojos de poeta apasionado. Y como no querer conocerte, si tus ojos me llamaban a escudriñar tu alma y fragmentos incompletos que se volvían secretos entre hojas de cuaderno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario